¡Maratón de coaching! Llevamos casi
un mes esperando este evento con muchas dudas e inquietud, pero también con la
seguridad de que será algo útil y divertido. Después de las presentaciones
pertinentes de organizadores y colaboradores, la excitación se apodera de los
diferentes grupos, con talleres como el de creación de marca personal o el de
proyección de talento.
A través de dinámicas festivas y
muy entretenidas, los encargados de los talleres activan nuestros cuerpos y
mentes para que nos llenemos de energía positiva y de pensamientos agradables.
Este principio es fundamental para mejorar nuestra empleabilidad y lograr el
éxito profesional. La actitud es el principio del camino que nos llevará a ser
la opción preferente para el empleador potencial. Es importante proyectar nuestros
talentos personales para que acompañen a nuestras aptitudes profesionales: hay
que hacer llegar a los demás nuestra marca personal, aquello que nos hace
especiales y nos diferencia de resto de trabajadores.
Y, además, muchos tuvimos nuestra
primera ración de Elevator Pitch: un
discurso de dos minutos con el que impresionar gratamente a un empresario con
el que podrías compartir un corto viaje de ascensor. Unas cuantas frases que
hablen de tus competencias, pero también de tus pasiones, tus ilusiones y tu
manera de ser. Algo que le impacte tanto que te convierta inmediatamente en una
opción para un puesto en su empresa. Como podéis imaginar, la jornada
dejó en los lanzaderos un subidón de ánimo considerable y un gran sabor de boca
en la primera actividad desarrollada fuera del seno del grupo.
Hoy acordamos crear un pequeño
subcomité temporal con motivo de la próxima Feria de Empleo que se celebrará en
Huelva el 26 y 27 de abril. Necesitamos presentar un dossier conjunto que diga
a todo el mundo quiénes somos y qué queremos. Es imprescindible que
confeccionemos nuestros perfiles profesionales. Se trata de redactar una
pequeña presentación con nuestro nombre, edad, estudios para que el potencial
contratante nos conozca. Debe incluir nuestra formación y nuestra experiencia
clave. Y lo más importante: tenemos que resaltar aquello que nos hace
diferentes del resto de las personas que podrían ser aptas para desempeñar el
cargo al que aspiramos.
Después de aclarar este punto,
los comités continúan con sus tareas. La colaboración entre ellos es estrecha,
se da y se recibe ayuda. Y todo ello contribuye a multiplicar las ilusiones y a
mantener la motivación en alto.
Los comités de trabajo ya están
constituidos y se ponen a trabajar. La labor es dura, queda todo por hacer. El
volumen de trabajo se adivina, lógicamente, enorme. Además, los grupos se
integraron con personas que no necesariamente son especialistas en su cometido.
Cada uno cuenta con sus propias limitaciones técnicas, teóricas o personales,
así que la mejor manera de comenzar a superarlas es proponerse el trabajo como
un reto a superar. Y, desde luego, todos contamos con la ayuda del resto de
lanzaderos que, aunque no estén en el mismo comité de trabajo no dudan en echar
una mano si tienen los conocimientos para ello.
Así, casi a ciegas pero con mucha
ilusión, se crean correos, páginas de Facebook, ficheros en Drive, se realizan
las primeras investigaciones en foros de empleo, empresas de trabajo temporal y
se sondean instituciones y diversos organismos. La búsqueda de trabajo ha
comenzado.
Repasamos las fotografías que nos hicieron el día anterior y
elegimos las mejores. Todas son buenas así que las iremos utilizando durante la
travesía de la Lanzadera. La tarea de hoy consiste en el visionado de unos
vídeos enfocados a la motivación y la posterior valoración y análisis de los
mismos. El camino del éxito, de Luzu,
y otro posterior que lo critica nos sirven de punto de partida para reflexionar
sobre el éxito. ¿Debe ser necesariamente de carácter económico? ¿Está valorado
el éxito personal? Hablamos del entorno y de su capacidad de moldear la
personalidad, de su influencia en las oportunidades, de la importancia del
esfuerzo, del desarrollo personal y del realismo de nuestras necesidades y
opciones.
En el siguiente vídeo Nick
Vujicic se presenta como un hombre sin extremidades en un alegórico relato
titulado El circo de la Mariposa. Sin
piernas ni brazos, Nick ha convertido sus defectos en valor añadido y ahora es
millonario y tiene una familia. Después de la emocionante sensación que ha
supuesto contemplar la experiencia del protagonista sobrevuela en el grupo la
sensación de que el esfuerzo, en ocasiones, no lo puede todo, pero también de
que se trata de la herramienta más valiosa para conseguir un objetivo.
Inspirados por el vídeo, reflexionamos sobre las maneras de conseguir el éxito
y la importancia que para ello tiene la implicación de la voluntad, el valor
del empuje y la importancia de la motivación.
Finalmente, se asoma a nuestra
pantalla Víctor Kuppers con un extracto de diez minutos de una de sus
conferencias. Salpicado de humor, su discurso subraya la importancia de la
actitud que tengamos ante la vida y de que el esfuerzo y la motivación son
fundamentales para crecer como persona. Kuppers explica que no podemos cambiar
la realidad, pero sí que podemos mejorar nuestra actitud para afrontar esa
tozuda realidad de manera exitosa. Para ello necesitamos positividad, optimismo
y mucho trabajo diario en nuestra actitud.
A día de hoy tenemos dos
compañeras insertadas en el mercado laboral. Dos que conocíamos desde el primer
día, porque existen otras personas que no entraron en proyecto tras la selección
personal y que han accedido a un trabajo mientras estaban en la reserva de la
Lanzadera. Además, contamos con una nueva compañera y esperamos la entrada de
alguien más en nuestro grupo para cubrir las bajas.
Con estas inmejorables noticias
comenzamos a determinar lo comités de trabajo que se emplearán para la
consecución de los objetivos que fijamos en las jornadas anteriores. La labor
es tediosa y árida, parece que todo el mundo está de acuerdo en esto. Incluso
Ana nos explica que atravesamos la parte más costosa y pesada del proyecto pero
que es imprescindible para el éxito final. Después de muchos intercambios de
pareceres, de la explicación de sus funciones y de las más variadas opiniones
llegamos a un acuerdo sobre el número y nombre de los comités: Administración,
Visibilidad, Intermediación y Búsqueda de Empleo 2.0.
Al final de la jornada salimos
todos juntos a hacernos la fotografía de grupo. Durante el paseo aireamos la
pesadez mental en la que nos ha sumido la ingrata tarea anterior y nos ponemos
a hacer el ganso a lo largo y ancho de todo el Muelle del Tinto bajo la
dirección de la pareja de una de nuestras compañeras, que dispara un montón de
instantáneas bajo el cálido sol onubense.
Transformación. Es un término
fundamental. Cada día cobra más y más importancia. Transformación personal. De
miedos en éxitos a través del trabajo, apoyados en nuestra relación con el
equipo. Transformación de inseguridades en valor, de soledad en contactos. Transformación
profesional. Encontrar nuevas herramientas y trabajarlas, asumir los valores
del grupo y ponerlos a funcionar para encontrar trabajo. Para buscarlo de una
manera proactiva, dinámica, enérgica e ilusionante.
A lo largo de una jornada
bastante dura, trabajosa y a ratos aburrida, definimos cinco objetivos clave
para conseguir nuestra meta final. Objetivos que tenemos que concretar al
máximo, realistas y cuantificables sin olvidar nunca algo que la Lanzadera,
aunque posea ciertos rasgos de orden y cohesión teórica, es algo cambiante, anárquico,
caótico y que está viva porque sus componentes lo estamos. Por eso evoluciona
constantemente y somos nosotros los que tenemos que acomodarnos a su devenir
sin perderle nunca la cara, ni renunciar a nuestras capacidades para dominarla
en la medida de lo posible, pero sin obsesionarnos con su control.
Exponemos y votamos el logo, el
lema y el texto de presentación de nuestro grupo. La creatividad queda
suficientemente demostrada, aunque podríamos decir que las dotes artísticas
necesitan pulirse un poquito. En fin, en el grupo no hay ningún licenciado en
Bellas Artes y, cuando los primeros días hablábamos de nuestros sueños y de los
trabajos que nos gustaría desempeñar, nadie habló de ser pintor, escultor o
galerista. Eso no significa que no sepamos apreciar el arte cuando lo tenemos
delante, aunque confundamos un paracaídas con un paraguas o un cohete con un
choco.
Después de definir nuestra misión
como integrantes de la Lanzadera Andalucía Emprende Huelva 2016, Ana nos
propone un ejercicio llamado “La Dinámica del Escalador”. Se trata de que
expongamos la visión que tendremos de nosotros en el futuro, justo al final del
proyecto, en el mes de julio. Después reflexionamos sobre cómo estaremos en
junio, sobre cuáles pensamos que serán nuestras sensaciones en ese mes. Y, finalmente,
exponemos nuestros sentimientos en un futuro más cercano, apenas a un mes
vista: el 29 de abril. La conclusión es clara. En julio adivinamos un futuro
sin miedos, donde tenemos una marca personal muy definida, donde somos
competentes y nos sentimos apoyados por nuestros compañeros. Nos imaginamos con
un puesto de trabajo en el bolsillo o convertidos en empresarios, con una nueva
y amplia red de contactos, seguros de nosotros mismos y con el sentimiento de
haber disfrutado mucho de la experiencia.
¿Quién no desea un futuro así?
Todos lo queremos, pero sabemos que tiene un precio. Un mes antes, en junio,
nos vemos ilusionados y motivados, pero también presionados y cansados.
Optimistas y apenados al mismo tiempo. Preparados para insertarnos en el
mercado laboral después de habernos esforzado mucho. Es en ese paso atrás donde
las caras del grupo han empezado a cambiar, donde nos hemos dado cuenta de que
el camino será largo y la tarea ardua. Y entonces hemos dado otro paso más.
Hacia atrás de nuevo. Cuando hipotéticamente nos hemos situado a finales del
mes de abril han aparecido las palabras más duras de la jornada: desorientación,
desmotivación y fraude.Pero también en
ese mismo momento hemos podido escuchar las más agradables: esperanza, apoyo,
motivación y pertenencia al grupo.
Sabemos qué queremos encontrar al
final del camino y hemos depositado nuestras esperanzas en hacerlo, nos
sentimos capacitados e ilusionados para ello. Conseguirlo es muy probable. Por
otra parte, conocemos que la senda está llena de trampas, de esfuerzos, de
momentos de debilidad, de traumas, de dudas y de desesperación. Saber todo eso
ya supone una ventaja. ¿Cuántos han caído antes del final por no conocer los
riesgos y así también sus remedios? Estamos al principio del viaje y es un buen
momento para recordar las palabras del poeta griego Constantin Kavafis:
“Cuando emprendas tu viaje a
Ítaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de
experiencias.
No temas a los lestrigones ni a
los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu
camino,
si tu pensar es elevado, si
selecta
es la emoción que toca tu
espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los
cíclopes
ni al salvaje Poseidón
encontrarás,
si no los llevas dentro de tu
alma,
si no los yergue tu alma ante
ti”.
Que sirvan estos versos para
disipar las sombras que se volcaron sobre algunos de nuestros compañeros después
de contemplar, si bien como mero ejercicio de simulación, un futuro incierto.
Una visión que despertó, al final de la mañana, lógicos sentimientos de
frustración y decaimiento, y también los miedos a limitaciones, a barreras y al
desconocimiento de nosotros mismos. La tarea será dura y esforzada y eso ya es
una certeza de la que podemos partir para construir un futuro digno. Lluís Llach puso música y voz al poema de Kavafis en un magnífico y atrevido disco que, 41 años más tarde, sigue poniendo la piel de gallina. Si os apetece escucharlo, aquí tenéis un enlace de la canción con subtítulos en castellano. Recomendadísimo.
Primer taller. Jose, un compañero
del CADE, se arma de paciencia para desvelarnos los arcanos de una herramienta
fundamental en nuestra tarea: Google Drive. En este virtual espacio común de
trabajo colgaremos nuestros documentos, fotos, borradores, vídeos, horarios,
calendarios, notas y cualquier otra cosa que contribuya a dinamizar al equipo.
¿Desarrollaremos los lanzaderos una mente colmena? Podría ser, pero antes
tuvimos que prestar mucha atención y trastear un buen rato con tabletas,
móviles y ordenadores a ver si asimilábamos algo de lo que nuestro monitor nos
iba contando. Poco a poco fuimos avanzando y a final de la jornada tuvimos
colgados varios documentos. Más tarde, al final del final de la jornada, una
compañera compartió un vídeo sobre la motivación. Y sí, se veía perfectamente
como le hicimos saber a través del wassap
rozando la medianoche.
Con el fin de semana a la vuelta
de la esquina y tras visionar el testimonio de uno de los supervivientes del
accidente del vuelo de US Airways que se precipitó al río Hudson en 2009, Ana
nos propone meternos en la piel de un pasajero de un avión a punto de
estrellarse. ¿Te parece sórdido, macabro o truculento? Entonces es que no estás
preparado para ser un lanzadero. Se trata de asumir una situación límite en la
que, ante una muerte inminente, nuestros últimos pensamientos fluyan hacia lo
que consideramos verdaderamente importante. Esa famosa y cinematográfica frase
de “vi pasar toda mi vida ante mis ojos”, vaya.
Casi todos los que han pasado por
esa situación y han sobrevivido para contarlo aseguran que, en esos momentos,
te das cuenta de la cantidad de tiempo y energías desperdiciados en asuntos
baladíes. Las peleas con personas que amas, aparcar tus sueños por pereza, la
incapacidad de disfrutar de las cosas sencillas, decir a alguien que le quieres
o haber sido mejor persona son algunos de los puntos en común que aparecen
cuando se habla de esto en voz alta. Nuestra primera tarea: poner esos
pensamientos en negro sobre blanco, reflexionar sobre ellos y escribirlos en
una lista para intentar poner en marcha aquellos proyectos o acciones que
llevamos posponiendo durante años. Qué hacer, cómo hacerlo y cuando hacerlo.
No será lo único que escribamos.
Después de unos minutos para escarbar en nuestras emociones redactamos una
carta acerca de la situación emocional en la que nos encontramos. La percepción
de nosotros mismos que tenemos en la actualidad, cómo nos veremos al final de
la Lanzadera o qué podemos encontrar en ella. Pensamientos profundos que
encerramos en un sobre y que abriremos el último día, quién sabe si como
personas nuevas, mejor formadas y con un trabajo a la vista.
Más tarde, volvemos al documento
que guiará nuestro comportamiento en este camino de perfección. El grueso de la
jornada se dedica a acordar modificaciones en el reglamento. La tarea es árida,
hay que dotarlo de humanidad, van saliendo muchos casos que analizar, algunos
hipotéticos, otros no tanto. Tendremos cursos, entrevistas de trabajo,
problemas personales, familiares, de salud, anímicos y alguna vez no podremos
acudir a nuestra cita con el equipo. Hay que dejarlo todo bien claro, porque
sabemos que las faltas de asistencia son el talón de Aquiles de nuestra fuerza
como grupo. La grieta por donde se cuela el veneno de la desconfianza, la
brecha por la que el desengaño deposita su ponzoña. Así que no está de más
dedicarle todo el tiempo que sea necesario y aún más si se pudiera.
Necesitamos una imagen. Un logo,
un lema y un texto de presentación del grupo que nos identifique y que nos
otorgue fuerza y compromiso. Un tótem que haga desaparecer nuestros diferentes
“yos” y que los convierta en un flamante “nosotros”. Con esa búsqueda en la
mente nos despedimos.
Se acaban las presentaciones y
comienzan las negociaciones. Tras exponer opciones, preferencias y opiniones
sobre los días y las horas que preferimos, se llega a un consenso sobre el
horario. Asistiremos al CADE los martes, miércoles y jueves de 9:30 a 13:00
horas. Unos quedan más satisfechos que otros, pero flota la sensación de que
nada sale gratis. Todo lo que hagamos aquí requerirá compromisos y renuncias
personales, pero es lo que todos tenemos que asumir para el éxito de la
convivencia en grupo.
También se negocia un documento
con rango de reglamento interno que tendrá que establecerse en los próximos
días. En él se plasmarán unas reglas básicas de comportamiento y compromiso
para el buen funcionamiento de la tripulación de la Lanzadera. Parece que el
mayor escollo se encuentra en las procelosas aguas de las faltas de asistencia
y lo relativo a su número máximo, su justificación y sus consecuencias. Todos
somos maduros y estamos en este proyecto de manera voluntaria y libre, sin
reservas de pensamiento e intención, así que todo parece indicar que llegaremos
a buen puerto. Además, a lo largo de la mañana y tras descomunales muestras de
hambre, sed y ansia de fumeque se acordó respetar un cuarto de hora a mitad de
la jornada para saciar estas necesidades, que no por terrenales y cotidianas fueran
menos imperiosas.
Después de recibir algunas tareas
para casa, en forma de cuestionarios y DAFO que nos ayudarán en las sesiones
personales de coaching que tendremos más adelante con Ana, nos dividimos en
grupos de cuatro o cinco personas. En ellos, discutimos civilizadamente sobre
la elaboración de un listado de valores e ideas-fuerza que definan en qué
consiste el proyecto y qué necesitamos aportar para su buen funcionamiento.
Resonaron con fuerza términos como creatividad, entusiasmo, responsabilidad,
cooperación y conceptos como el de mente abierta y trabajo en equipo. Pusimos
en común los acuerdos alcanzados en los grupos, se escribieron los valores
decididos en la pizarra y se adoptaron como fundamentos de este proyecto.
Finalizado esto, cada mochuelo marchó a su olivo.
Ana, nuestra coordinadora, profundiza en las
explicaciones sobre la filosofía del proyecto y en lo que la Lanzadera va a
requerir de nosotros: esfuerzo, capacidad de trabajo, compromiso, colaboración
y trabajo en equipo, entre otras cosas. Nos metemos de lleno en la primera
dinámica de grupo: la confección de una lista con las preguntas que nos
gustaría hacerle al resto de compañeros y que, sorpresa, nos servirá de guía
para entrevistarnos por parejas y elaborar así la presentación en sociedad de
nuestro o nuestra partenaire. La elección de los dúos se lleva a cabo a través
de otro curioso ejercicio.
Hacemos una lista con las diez
palabras que primero nos vienen a la mente cuando pensamos en la Lanzadera, las
escribimos en un folio, partimos los diez folios por la mitad, metemos los veinte
trocitos en una papelera que hace las veces de urna y…voilà.Cada uno de nosotros
saca una pieza de papel de la papelera y buscamos inmediatamente entre los
demás la parte que completa la palabra en cuestión. Así, “bus” encontró a
“queda”, “ilu” se unió a “sión”, “esfu” hizo lo propio con “erzo”, etcétera.
Una vez hechas las parejitas, estrujamos
los sesos, las intenciones y las personalidades del otro a través de una
entrevista que toma la forma de una agradable conversación. Para ello, tomamos
como guía aquellas treinta cuestiones que nos planteamos en el inicio de la
jornada. El objetivo de todo este proceso es presentar a nuestra pareja a todo
el equipo.
Curiosamente, las preguntas que
más se repitieron durante la sesión hacían referencia a la paciencia, al
sentido del humor, a la tolerancia con los errores ajenos y a la obtención
hipotética y repentina de una fabulosa fortuna que permitiera retirarnos del
mercado laboral. Cuando tuvimos más o menos claro quién era nuestra pareja, la
presentamos en esta pequeña sociedad que es la Lanzadera, proceso durante el
cual hubo no pocas aclaraciones, dudas, preguntas e intercambios de pareceres.
El tiempo se nos echó encima y tuvimos que dejar alguna exposición para el día
siguiente. Aunque muy heterogéneos, los perfiles son interesantes, se detecta
ilusión, ganas de esforzarse y muy buenas vibraciones. Es pronto para decirlo,
pero parece que esto podría funcionar.
Diez de la mañana. Los que
pasamos la selección nos sentamos en un gran semicírculo de sillas. Tras la
habitual ronda de saludos abstractos, miradas llenas de disimulada curiosidad y
muchas y variadas muestras de vergüenzas y timideces, la jornada comienza con
la presentación del personal del CADE involucrado en este proyecto y de Ana,
nuestra coordinadora. Seguidamente, y tras una denodada lucha contra los
elementos tecnológicos y cibernéticos, tuvimos la ocasión de ver algunos
testimonios de varios participantes en ediciones anteriores del programa
Lanzadera. Después de que Ana nos diera unas pocas pistas para que sepamos a
qué atenernos y, sobre todo, para dejar bien claro lo que no es una lanzadera de
empleo, los componentes del grupo nos fuimos presentando: nombres, edades,
formación, alguna nota biográfica interesante, situación personal, familiar y
sentimental… Todo muy escueto, pero bastante emocionante. Parece que va a ser
cierto que durante estos cinco meses las emociones van a ser un ingente
material de trabajo y, por lo visto y escuchado en ese primer día, de una gran
calidad. Nos fuimos a casa con muchas incógnitas, pero también con mucha
ilusión por poder formar parte algo nuevo y excitante.