La formadora del CADE-Huelva Susana
Muñoz nos propone hoy un taller sobre la comunicación. Susana ya estuvo con
nosotros en el taller de creatividad, que nos aprovechó mucho y en el que lo
pasamos muy bien. A lo largo de esta jornada subrayaremos que la capacidad de
transmitir es fundamental para que exista una buena comunicación.
A través de la dinámica del balón
imaginario descubrimos que todos comunicamos mejor cuando sentimos lo que
decimos, cuando hablamos de lo que amamos, de lo que mejor conocemos. Formamos
un corro y hacemos una pequeña presentación sobre quiénes somos y qué cosas nos
gustan de verdad. Cuando acabamos, entregamos a uno de nuestros compañeros un
objeto imaginario que simbolice nuestra pasión. Hubo balones de fútbol, gafas
de sol, chocolate, discos de vinilo, zapatillas de deporte, billetes de avión…
Una inmejorable manera de romper el hielo, la verdad.
Una vez metidos en harina,
desarrollamos la segunda dinámica, esta vez algo más comprometida. En pequeños
grupos elaboramos tres supuestos en los que definir y aplicar los elementos de
la comunicación: emisor, receptor, canal, mensaje y fin. Es entonces cuando nos
damos cuenta de que no todos los procesos comunicativos son iguales. Es
importante adecuar esos elementos para conseguir una comunicación óptima. Hay
que poner en una misma línea al receptor, al mensaje y al objetivo para
conseguir nuestro fin.
Para la tercera dinámica, nos
sentamos por parejas y ensayamos una charla insustancial que reveló la importancia
de la comunicación no verbal en una conversación o en una entrevista de
trabajo, algo más acorde con nuestra labor. Así, averiguamos que nuestra mirada
no tiene que ser excluyente, sino que, cuando hablemos, tiene ir directamente a
los ojos de nuestro interlocutor porque eso denota seguridad en nosotros
mismos. Los gestos son, en gran medida, una manifestación de nuestro
subconsciente. Por ello, pueden delatar intenciones, manifestaciones o
creencias en absoluto convenientes en un proceso de selección.
El tono de voz también cuenta.
Hablemos de manera relajada, natural y distendida, enfatizando lo justo,
aquello que creamos que sea de importancia definitoria para nuestro interés.
Sonriamos. Adoptemos una actitud próxima con nuestro reclutador, sincera y
abierta; pero no nos pasemos en el contacto físico, no somos amigos.
Proyectemos lo mejor de nosotros mismos, tanto en lo intelectual como en lo
físico, sin parecer impostores. Adoptemos una apariencia adecuada al puesto que
nos gustaría desempeñar en la empresa que nos entrevista. Ni que decir tiene
que la higiene personal tiene que ser impecable. Pensemos cinco minutos en el
atuendo con el que vamos a comparecer. Actuemos, en fin, guiados siempre por la
comodidad, la naturalidad y la prudencia.