miércoles, 6 de abril de 2016

Creando voy, creando vengo.

 
Taller de Creatividad a cargo de Susana Muñoz. Promete desde el principio, a pesar de las caras de extrañeza que le vamos regalando durante los primeros minutos. Comienza explicando que todos podemos ser creativos aunque no queramos, no sepamos o no nos lo propongamos. Porque sí, amigos y amigas, la creatividad reside en una parte del cerebro y, hasta donde este humilde servidor sabe, cerebro tenemos todos. Aunque no lo usemos a fondo o lo utilicemos para cometer maldades o, simplemente, no le prestemos demasiada atención, en el hemisferio derecho de nuestra masa gris residen las emociones, la empatía, los sentimientos y las habilidades artísticas y musicales entre otras asombrosas capacidades del ser humano.
El taller arranca calentando ese lado del cerebro que, desgraciadamente, permanece tantas veces inactivo. El símil muscular queda bastante claro: para fomentar la creatividad hay que ejercitar el cerebro de manera adecuada, con un calentamiento previo, con paciencia y mucha atención. Lo mismo que el corredor que calienta los músculos antes que nada y, después, entrena de manera progresiva para poder asumir con garantías su reto. Poco a poco.

 
Susana nos explica que para desarrollar la creatividad nos tenemos que deshacer de las limitaciones y las reglas que nos han inculcado desde pequeños y que tienden claramente a favorecer el hemisferio izquierdo del cerebro, donde reside lo que se refiere al habla, la escritura, la lógica y las matemáticas. Así, que fuera los miedos, las preocupaciones por el qué dirán, las sensaciones de ridículo, la falsa modestia y las vergüenzas. Es impresionante ver que, en cuanto le hacemos caso, se desata en el aula un torbellino de actividad, de curiosidad, de sorpresa y de armonía que dejan de piedra al más reacio.
Después del estiramiento músculo-cerebral, que comprende varios ejercicios o juegos que animarían de lo lindo cualquier sobremesa entre amigos, y que consiguen atraer hacia el lado creativo de la vida hasta a los más reacios, llega el plato fuerte del taller. Susana nos presenta el speed thinking. Esta dinámica consiste en proponer un tema, una cuestión o un problema sobre el que hay que aportar nueve ideas que ayuden a construirlo, radiografiarlo o, que contribuyan a solucionarlo en caso de que lo necesite. O sea, pensar a toda pastilla, en menos de dos minutos, ideas relativas a un tema general que nos ayude a comprenderlo mejor, a resolver situaciones difíciles, a crear nueve posibilidades que no se nos habrían ocurrido manejando términos convencionales de reflexión.
A esa velocidad, Susana extrae de nosotros nueve ideas para planear un fenomenal fin de semana, nueve maneras de hacernos reír o nueve mejoras que aplicar a nuestro Currículum Vitae. Y aún más, intentamos mejorar nuestras respuestas en menos tiempo todavía aplicando el mismo sistema sobre una de nuestras respuestas. ¡Doble caldo concentrado de creatividad! Mediante esta técnica trabajamos y practicamos nuestra creatividad durante un rato, después del cual nadie en la lanzadera podrá decir nunca que no es creativo.
Y por si quedaba alguna duda de esto último, la última dinámica se encargó de destruirla. Un lanzadero sale al centro y tiene que improvisar una historia basada en las diecinueve palabras que el resto de compañeros le sugerimos, desde “jamón” hasta “xilófono”. ¿Delirante? Todos los que lo intentaron salieron más que airosos del envite. La razón va más allá de sus cualidades innatas como cuentacuentos: llevaban horas practicando su creatividad, ejercitando el hemisferio derecho del cerebro, el músculo estaba caliente; on fire, que dicen los americanos. Y así, durante unos pocos minutos, todo el mundo parecía capaz de crear cualquier cosa que se propusiera; y con esa sensación de victoria nos marchamos del CADE.

 

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